ENSAYO SOBRE TEOPOLÍTICA CRÍTICA

Capítulo I
¿Por qué debe haber caos y no orden?

Capítulo II
¿Por qué debería haber orden y no caos?

Capítulo III
La escena del crimen: el microcosmos social

Capítulo IV
Dios trazó la bionecropolítica

Capítulo V
La muerte: una experiencia teológica, política y forense

Capítulo VI
Biopolítica en ciencia forense

Capítulo VII
Entendiendo la raíz de lo político, lo teológico, lo humano y la idea de trascendencia

Capítulo VIII
Las características del control social (perfección, bondad, infinitud, inmensidad, inmutabilidad, vida y belleza)

Capítulo IX
La ciencia divina

Capítulo X
Ciencias de las cosas futuras

Capítulo XI
El amor de dios

Capítulo XII
Creación, conservación y providencia

Capítulo XIII
La fenomenología

Capítulo XIV
Fenomenología de la religión

Capítulo XV
La religión natural

Capítulo XVI
El dios de los filósofos

Capítulo XVII
Relevancia existencial del amor

Capítulo XVIII
Concepto psicológico de personalidad

Capítulo XIX
Necropolítica

Capítulo XX
El mal y la violencia; negocios políticamente redituables

Capítulo XXI
El feminicidio: un problema filosófico, teológico y político

En toda estructura política hay poder. En toda estructura de poder hay política. Quizá esta sentencia polarice el pensamiento de ciertos segmentos que consideran que las cosas siempre se nos presentan como son, cuando en realidad las cosas se presentan a partir de lo que el poder nos impone y cómo lo hace. Al decir poder no me refiero (necesariamente, puede ser que sí) a que una persona se frote las manos con malicia, buscando la manera de imponerse ante usted. Al decir poder posibilito todo aquello que se manifiesta como verdadero y único, como una verdad totalizadora que violenta la característica contingente que nos ofrece la realidad.

En el momento en el que usted considera que el poder ya lo controla, en ese instante el poder se ha acuartelado en su intención de hacerle pensar justo eso. Ninguna verdad debería buscar establecerse, por tanto, como la única dominante. De por sí ya es complicado vivir, sabernos mortales, sobrevivir al ocaso sin ser devorados por la exigente, tirana y sofocante existencia, y hacerlo en una realidad en la que nada es lo que parece angustia aún más. Resulta peligroso polarizarse en esa fase del pensamiento que acredita enterrarnos en ideologías totalizadoras. Lo posible de lo imposible es la facultad que el poderoso radicaliza para convencerle, en tanto que lo imposible de lo posible es considerar que una política violenta tal posibilidad.