ESCOBAR GIRALDO, OCTAVIO
Te escribo en un momento de profunda confusión, destrozada y con la cabeza llena de temores. Disculpa que no comience saludándote y preguntando por la salud y la fortuna del señor Hinton y los dos niños que alegran tu hogar, pero las penas son egoístas y quiero expresarlas antes de que me asfixien con su peso.