PELUCHON, CORINE
Agradecimientos
Introducción
Primera parte
Ecología y filosofía
Capítulo 1
La ética de la tierra
¿Por qué la ecología profunda?
Normas y prioridades ecológicas: los ocho puntos de la plataforma ecológica
La teoría del valor de Rolston
Pensar como una montaña
Capítulo 2
La ecología política
El Antropoceno
La relación entre ciencia y sociedad, y la representación de las entidades no humanas
Otra cultura política
La participación de los ciudadanos y la evaluación democrática de las elecciones científicas y tecnológicas
Capítulo 3
¿La ecología en espera de una filosofía?
Segunda parte
Los animales y nosotros: el otro del otro y la prueba de la justicia
Capítulo 1
De la protección animal al derecho y la justicia
La ambigüedad de la noción de bienestar animal
Más allá de la denegación del sufrimiento animal
Las contradicciones del derecho
El enfoque de las capacidades
La prueba de la justicia
Capítulo 2
El fin de cierto discurso sobre lo propio del hombre y la responsabilidad
La continuidad de lo viviente y el principal aporte de Darwin
Del hombre a lo humano: un humanismo de la alteridad
De la compasión a la responsabilidad: ¿una ontología negativa?
Tercera parte
La organización del trabajo y la solidaridad
Capítulo 1
La organización del trabajo como problema político
El punto de vista de la filosofía política
La negación de lo real y la distorsión comunicativa
La vulnerabilidad al mal y el mal como contaminación
Capítulo 2
La cultura y la educación
La cultura como amor del mundo
La agricultura
La educación y la evaluación
Capítulo 3
Positividad de la discapacidad y política de la solidaridad
La fuerza de la vulnerabilidad
Las cuatro fases del cuidado (care) y la inteligencia sensible
De la ética a la justicia
La consideración
Conclusión
Bibliografía
La ética de la vulnerabilidad designa una articulación específica de la ontología y la política que se basa en una realidad primera: la alteración de sí y la pasividad de lo viviente, que "vive de", se nutre, tiene frío, conoce el hambre y la sed, necesita la luz, el aire y envejece.
Sin embargo, la ética de la vulnerabilidad no consiste única y esencialmente en rehabilitar la sensibilidad pensada como susceptibilidad al dolor, al placer y al tiempo, o como la capacidad de experimentar su vida como algo que se desarrolla bien o mal.
El hecho de tomar en cuenta la sensibilidad y la inquietud de lo viviente, bastaría para modificar los fundamentos de nuestra organización social y política.