LÓPEZ WARIO, LUIS ALBERTO / MARTOS LÓPEZ, LUIS ALBERTO
Agradecimientos
La experiencia arqueológica:entre lo mágico y lo maravilloso
Relatos no subrepticios
El chamán de Ahuacatlán
Los fantasmas de la iglesia de Las Capuchinas, Morelia, Michoacán
¿Quién era el difunto?
La otra cara del Palacio de Cortés
Historias del inframundo
bajo la Pirámide del Sol
Experiencia única en la cueva de la Pirámide del Sol
La bruja de la parroquia de San Juan Teotihuacán
Luces en Casa Blanca, Chalchuapa, El Salvador
Crónica de un extraño ascenso al volcán Quehuar
En el umbral del Tlalocan. Los niños fallecidos en el Monte Tláloc
El nudo
Los dioses nos responden
Espantos en La Alhóndiga
Una presencia extraña en Huichapan
No es lo mismo sentir pasos, que oírlos
Historia corta de una larga noche
Una visita nocturna
No estamos solos
El Olvidado
Las cruces empolvadas. A manera de corrido
Caminando por el Inca Naani: hirkas,huacas y muertos nos acompañan
Los guardianes
El cenote de los aluxes
En las cuevas mayas
Un evento difícil de explicar
Una aproximación inesperada en el juego de pelota de Dzibanché
Don Polo
Es que anda molesto el Yumtzil
Presencias y voces en el apu Llullaillaco
La arqueologíca, esa actividad que permite aproximarse a las formas de vida de los grupos humanos que nos antecedieron a partir del análisis de sus evidencias materiales, es para muchos una profesión exótica y apasionante, pues abre la posibilidad de asomarnos a esos hechos pretéritos y nos convierte en una especie de testigos del comportamiento y actividad humana a través del tiempo.
Pero esta disciplina resulta doblemente atractiva en esta nuestra América, por que el trabajo nos lleva hacia la montaña, la selva, el bosque, el desierto, la cueva, el cenote, la casona antigua y a otros tantos sitios, a veces tan insólitos como maravillosos, a donde la mayoría de la gente no suele llegar. Pero más allá de la aventura que significa trabajar en esos contextos, sucede que en ocasiones, durante el desarrollo de los trabajos arqueológicos, de pronto y cuando menos se espera, ocurren eventos que rebasan nuestro entendimiento, hechos que se catalogan como raros, extraños o inexplicables. Las propias comunidades locales hablan de la existencia de chaneques, aluxes, malos vientos, espíritus, guardianes, fantasmas, seres sobrenaturales o fuerzas que habitan o protegen esos lugares y por ello hay que tener cuidado y pedir el debido permiso. Todo esto por supuesto que está más allá de nuestra razón. En este libro nos hemos dado precisamente a la tarea de recopilar narraciones acerca de las vivencias de varios arqueólogos y otros profesionales vinculados con la disciplina; se trata de eventos muy concretos que pueden ser catalogados como "misteriosos", "raros", "sobrenaturales" y hasta "tenebrosos" y que por ello se habían mantenido en reserva. No se pretende encontrar una razón o una explicación, se trata más bien de presentar las diversas narraciones o historias arqueológicas en la voz de quienes las vivieron (o sufrieron). Son hechos que en realidad sucedieron y que por ende son, a final de cuentas, historias de la vida cotidiana del arqueólogo en el campo. En esta recopilación hay una amplia diversidad de participantes, así como de tiempos, circunstancias, regiones y espacios en los que ocurrieron esos hechos, pero en dichas narraciones se destaca un elemento fundamental e inevitable que es la percepción individual, aunque varias historias refieren a sucesos que ocurrieron a grupos de personas.
La invitación para el lector es que discurra por esos mundos que se han ocultado, para iluminar aún que sea un poco esas sombras y escuchar esos leves susurros, que se perciben en ocasiones lejanos y de los que se habla en voz baja. A fin de cuentas la arqueología no sólo consiste en asomarse a otros mundos, sino a otras percepciones también.
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