"Estar a solas con su lector, he allí la máxima aspiración del verdadero y vocacional escritor. Ahí esta Despojado, sin trucos ni recursos apelativos.
Solos de verdad. Dialogando, diciéndose cosas mutuamente en la tierra de la palabra. Si eso no se logra, el tiempo de la aproximación, el único e inapelable tiempo de la consolación y la íntima compañia compañía, estará perdido para siempre.
Todo el ímpetu, toda la sabiduría, toda la astucia (la buida y entrañable astucia del buen escritor) deben encaminarse a la transfiguración de su lector.
Escribir es lo contrario de la paz. Es la guerra por excelencia. Está hecha de paciencia y velocidad, de sorpresa y rigor, de tensos rodeos y felinos zarpazos.
Hay que poseer la erudición y el coraje para la iluminación, para hacer estallar las diferentes zonas minadas en su justo momentos sin contemplaciones. Si no procede así, el lector quedará intacto. No lo podrá romper ni ablandar. Será tierra infecunda, de zarzas. No dará frutos. El escritor no debe retroceder ante nada, ante absolutamente nada si realmente desea llegar a un sitio larga y tenazmente elegido. Está en plan de conquista para un futuro lector, por tanto, todos los medios le son permitidos. Después, ya vendrán la pacificación y la teoría"
