Este libro es fruto de las reflexiones de un joven y brillante estudioso peruano, quien siguiendo las valiosas enseñanzas de un maestro innovador, el profesor peruano Carlos Fernández Sessarego, y prestando atención a los masajes culturales provenientes de válidas escuelas jurídicas italianas (en primer lugar la de Bolonia, fundada por el querido y aún llorado amigo Francesco Galgano), ha arribado a una completa construcción, al interior de la categoría del daño a la persona, de una figura específica consistente en el "daño al proyecto de vida".
Esta figura se viene consolidando y se ha convertido en una verdadera conquista de la civilística latinoamericana y en un conspicuo enriquecimiento también para la europea. En esto, Carlos Antonio Agurto Gonzáles sigue el camino, no solo de los resultados científicos del maestro Fernández Sessarego, sino de los notables aportes conseguidos de la corte interamericana de Derechos Humanos a partir de 1998. Una conquista representada por una visión unitaria e integral de la persona humana identificada en un conjunto de dimensiones, donde, al lado de la socioeconómica, se encuentran también profundos valores que se originan en raíces religiosas, espirituales y culturales.
El desarrollo del "daño biológico" es emblemático de la suerte de aquellos conceptos que surgen para conseguir determinadas finalidades y, en el camino, pierden sus connotaciones originarias y son llamadas a realizar finalidades diversas de las que inicialmente se les asignó. Sufren, en sustancia, una suerte de mutación genética: sin que el observador que conoce sus origines pueda conocerlo bajo otras vestimentas. La cita clásica "quantum mutatus ab illo" parece adaptarse a esta situación.