La teoría pura del derecho, doctrina que elabora Kelsen en nombre de la ciencia, fundada exclusivamente en las formas jurídicas y con la decidida pretensión de ser neutral frente a cualquier idea política, moral o de justicia, ha sido criticada por artificiosa, pues parte de una hipótesis que hace el papel de axioma de su sistema. Si bien en su momento se opina al respecto, la crítica que interesa es la evaluación de sus resultados en el campo de la discrecionalidad judicial, en el que se hace visible que los límites entre el derecho y la moral no pueden trazarse arbitrariamente para obtener una pureza inexistente en lo social y conservar el análisis dentro de lo formal, sino al precio de referenciar un mundo jurídico precario. En este mundo no importa la legitimidad del derecho ni del poder político que lo sustenta. El conocimiento científico de lo jurídico sería ajeno a la moral, la ideología y la política, que se conciben como asuntos que escapan al saber y la racionalidad, dado que carecerían de la objetividad requerida para establecer la verdad. Por ello, las cuestiones valorativas quedan relegadas a un mero asunto de preferencia personal, por ende, sin validación racional para justificarlas, labor que se evita por no ser propia de una disciplina científica; en fin, como si la ciencia social y el conocimiento jurídico se agotaran en la descripción y no fuera importante ofrecer herramientas apropiadas para afrontar y solucionar los problemas prácticos que se presentan en estos campos.