Las personas pueden ser engañadas, equivocarse, y ser defraudadas. Así es que en una sociedad las personas pueden retraerse en su propio fraude. Pues ésta, a través de su sistema legal, no rige dentro de la esfera interna de una persona. En principio, dentro de una sociedad la comunicación es primordial. En consecuencia, una sociedad debe prestar especial atención ante comunicaciones engañosas de hechos o circunstancias, las cuales afirman la veracidad de tales, y recurren a la prueba de dicha afirmación en favor de su autenticidad. La sociedad libre ha de estar alerta ante las comunicaciones fraudulentas, que perjudican o amenazan con perjudicar tanto los bienes fungibles de su sistema productivo como su libertad; así como la sociedad abierta al libre mercado debe prevenirse ante la comunicación estafatoria, a través de la cual el defraudador -ya sea quien provoca el fraude como quien lo aprovecha- quiere conseguir la administración de un bien, al cual le encuentra un valor lucrativo para sí, a través del sujeto engañado, y sobre cuya administración el defraudador no tiene ningún derecho