De todas las disciplinas jurídicas con estatus académico, el derecho penal es la más proclive a un pensamiento retrospectivo, a una mirada oblicua sobre su historia y sus orígenes. El saber de las ciencias penales -incluyendo a los pensamientos criminológicos- ha sido fuente permanente de debates y lucha de escuelas que, además de postular diversas posiciones teóricas del presente, se han disputado herencias y legados, así como esa ineludible necesidad de buscar la genealogía de una idea.
Por eso, en el derecho penal y la criminología, es fundamental conocer la historia de las ideas que dan origen a nuestra forma de pensar. La genealogía del pensamiento no siempre está determinada por la influencia positiva, por los discipulazgos expandidos en el tiempo, sino también por aquellos textos que marcan el lado b de nuestro saber, el penalismo olvidable. Ese pensamiento abismal delimita el marco teórico del presente, justamente por haber sido opuesto al humanismo y al respeto de la dignidad humana. Esos textos malditos también modelan, por sus ocasionales y sugerentes ausencias, o por su estela inmune al paso del tiempo, los textos del presente.