En la obra literaria más antigua del mundo, el Poema de Gilgamesh, quedó consignada la leyenda del afecto entrañable entre dos hombres. Ya son parte de la historia las aventuras y desventuras épicas del rey Gilgamesh y su amigo Enkidu, en Sumeria, hace más de cuatro mil quinientos años. Literatura y homofilia inician al mismo tiempo el largo camino hasta nuestros días. Camino que, en largos periodos, ha sido pedregoso para hombres que aman a sus iguales. En el mismo sentido, la siguiente parada histórica obligatoria corresponde a la literatura y la mitología griegas, vasta en alusiones, unas inferidas y otras explícitas, de relaciones homoeróticas. Con el advenimiento del cristianismo y de la Edad Media las cosas cambiaron: la oscuridad y el señalamiento ominoso seciernen sobre los hombres que profesen amor y atracción por otros hombres. Estas prácticas son consideradas pecado nefando. La interpretación que ha realizado la Iglesia católica sobre el pasaje de la Biblia en el que Dios ordena la destrucción de la ciudad de Sodoma, a causa de la gente perversa que la habitaba, y la situación que cuenta sobre la exigencia de los hombres a Lot, de que éste les entregara a los ángeles que lo visitaban, originó que en adelante todo hombre con tendencias homoeróticas fuera llamado sodomita.