Una profesora de inglés que sueña con casarse, un mimo que no puede parar de hablar, una lesbiana despechada, un padre que desprecia a su hijo, un cura pedófilo, una criada demasiado servicial, una ama de casa que escribe poemas en sectreto. Vidas que van del gris al negro y que terminan unidas por el hilván invisible que supone la acción de un psicópata acorralado por sus obsesiones. La soledad del mal no es una novela policial de enigma: el nombre del asesino se desvela en la primera página. Es en todo caso, una profunda exploración de almas en pena que indaga sobre las diferentes maneras de ser víctima y culpable. La historia de Baéz Ayala, el despiadado homicida, avanza sobre la idea de que el mal conlleva una irremediable soledad que se convierte en los peores castigos. Vicente Battista, uno de los principales referentes de la literatura negra de Argentina, ha escrito que Horacio Convertini "reinventa con originalidad las reglas del género" y define a La soledad del mal como "un texto ejemplar que pone en escena a criaturas ejemplares". Ganadora en 2012 del primer premio del Concurso Internacional Azabache (Argentina) y consagrada definitivamente al año siguiente en la Semana Negra de Gijón (España) con el otorgamiento del Memorial Silverio Cañada, esta novela se erige como una de las apariciones más relevantes de las letras latinoamericanas de los últimos tiempos.