Richard de Fournival, un clérigo, poeta y cirujano, concibió, para ganar el favor de una dama, el Bestiaire d'amour, libro extraño en el que fusiona el amor cortés con la "historia natural". El tema del amor cortés era común en el mediodía francés del siglo XIII, como también lo era el bestiario, pero estos géneros nunca antes se habían combinado. Al contar y cantar los éxtasis y las agonías de su amor no correspondido, "Richard de Fournival cambió los signos de su discurso. El suyo no era un compendio del saber naturalístico ni un tratado sobre los símbolos para comprender el mundo, sino un compendio de la vida amorosa para comprender, en primer lugar, al amante, sus razones, sus temores, sus anhelos..."
Con una profundidad anímica inédita, el poeta se vale del bestiario para decirle sus verdades a una dama renuente y esquiva a los sentimientos y deseos del vasallo. Si en su origen remoto la razón del bestiario era la de erigirse en un tratado de símbolos para el mejor entendimiento del hombre medieval acerca de la creación divina, el BESTIARIO DE AMOR rompe con esta idea dominante. Para el amante del BESTIARIO, sin prescindir de la simbología religiosa que en él subyace, la causa es más terrenal: conquistar a su dama. Es así como su relato es a la par alabanza de la amada e indignado reclamo contra los enemigos de su amor. Es, también, sufrimiento: el poeta pocas veces se muestra seguro pues escasa es la esperanza de gracia que posee. Porque el amor, se lamenta Fournival, "es una locura de espíritu, un fuego inextinguible, un hambre insaciable, una tarea sin reposo y un reposo sin trabajo".
A la distancia de los siglos, el BESTIARIO DE AMOR conserva intacta la frescura de sus imágenes y el poder de palabra poética.
